La familia Diego se establece en la finca La Jarradilla en la posguerra, cuando Máximo y Gregoria trasladan su actividad desde los montes de Valvanuz a la ribera del río Pisueña en Barcenilla, aguas abajo de Selaya.
La pequeña cabaña de entonces mantiene aún la estética de la arquitectura pasiega tradicional. Las generaciones posteriores han innovado sobre la ganadería y, para poder seguir viviendo aquí, aprovechando los recursos del medio rural, apostaron por la diversificación, transformando la leche en los quesos que se elaboraran en la casa familiar durante generaciones. En sus quesos se puede percibir la esencia de los sabores antiguos que perviven en las recetas tradicionales.